Desastres no naturales y Cooperación Internacional al Desarrollo  

Luis Olivera  
08 de noviembre 2015

El tema al que nos convoca POLITAI es de suma importancia, no solamente porque se juega la vida de muchas personas, o capacidades productivas que pueden quedar inutilizadas, hasta pequeños activos pueden quedar en cero como efecto de desastres. Ante ello, la capacidad del estado y el papel que la Cooperación Internacional al Desarrollo (CID) viene a ser variables claves para analizar la situación en términos de prevención, capacidad de reacción y efectiva solución de los efectos.

En primer lugar, considero útil realizar una primera distinción. No existe tal cosa como un desastre natural; lo que existe es un fenómeno natural acompañado de imprevisión humana que desemboca en un desastre. El desastre existe porque los humanos no hicimos todo lo que debíamos para evitarlo, menos aún para propiciarlo.

Las lluvias, los terremotos, los huracanes, los ciclones y otros fenómenos de la naturaleza han estado allí desde el inicio de la historia del planeta. Los humanos hemos sido testigos de su fuerza, reiteración y lógica, hemos desarrollado saberes para entenderlos. Entonces, si sabemos cómo son, su fuerza y posibles efectos sobre el entorno físico, toca la pregunta del millón ¿Por qué no nos preparamos para manejar sus efectos?

A la naturaleza no la manejamos, no la podemos cambiar, no la podemos anular, no podemos hacer que haga lo que nosotros queremos. Convivimos con la naturaleza y, por tanto, corresponde respetarla, aprovechar lo que nos ofrece, garantizar que no la vamos a destruir. Toca vivir en armonía.

Dicho esto, la condición de desastre implica directamente falla humana. Entonces tiene que ver con la capacidad de las instituciones para la prevención, para atender la emergencia y para reconstruir.

En el Perú existe, desde febrero de 2011, el SENEPRED – Sistema Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres. De otro lado, desde el siglo pasado, existe el INDECI – Instituto Nacional de Defensa Civil.

Ambas instituciones tienen la tarea de intervenir en la prevención y momentos de emergencia, cada una en lo suyo. Sin embargo, más allá de los esfuerzos que cada institución pudiera haber hecho lo que se evidencia es una total desconexión con la población, sus organizaciones, los gobiernos locales, etc.

Las autoridades locales forman parte del sistema de prevención y atención de emergencia; sin embargo, el sistema no funciona como tal. La densidad política que éste debería tener está ausente. Desde el gobierno central todo se maneja de la misma manera, incluso los temas de desastres, no se articula con los gobiernos subnacionales y todo es un manejo crematístico costo-eficiente, conducido desde loa esquina de Jr. Lampa con Jr. Junín.

La experiencia reciente de México y Chile muestra que las cosas se pueden hacer bien. Ambos países, luego de experiencias negativas, con muchas víctimas mortales en cada caso, han mostrado este año que con prevención, la población comprometida y las autoridades locales cumpliendo su papel de bisagra, han permitido que el costo en vidas en México sea cero y en Chile mínimo.

La clave está entonces en la capacidad institucional, la decisión política y en la voluntad para enfrentar el problema.

Para muchos en el Perú, desde autoridades políticas elegidas en los diferentes niveles de gobierno, pasando por funcionarios también de los distintos niveles de gobierno, líderes de opinión, empresarios, comentaristas, hasta ciudadanos comunes y corrientes; siempre estará la Cooperación Internacional para ayudarnos. El argumento es más o menos simple, si necesitamos, entonces que nos ayuden; algo así como, como soy pobre no pago las multas de tránsito cuando conduzco una combi de Orión en el transporte público limeño.

Desde 2002 el Perú dejó de ser un país de Renta Baja, de acuerdo a las escalas que maneja el sistema de NNUU. Y pasó a ser un País de Renta Media. En 2008 el Perú pasó a ser País de Renta Media Alta. Esta condición lo que revela es que el ingreso promedio, la renta per cápita, se ha incrementado, lo que nos dice que la economía ha crecido pero no que necesariamente todas las personas estén mejor. Una cosa es el ingreso promedio y otra las condiciones de desigualdad. El Perú, como en general los países de América Latina, es altamente desigual: el 30% de la población del Perú accede al 70% del ingreso nacional; y viceversa, el 70% de la población accede al 30% del ingreso.

Otros efectos del cambio de condición en la escala de países en el sistema de NNUU son: i) por un lado; las cuotas a los organismos correspondientes de NNUU se incrementan conforme el país asciende en la escala de ingresos, algo así como un club con cuota escalonada; y, ii) por el otro, el volumen y características que el país recibe de los programas de cooperación de NNUU y de los países disminuye conforme se sube en la escala de ingresos.

Entonces, hoy recibimos menos recursos de la Cooperación Internacional de lo que recibíamos el siglo pasado. Se entiende que el país tiene hoy la capacidad económica de asumir gastos, que siempre fueron de su responsabilidad, para los que antes no poseía los recursos correspondientes.

Hoy la CID, en general, ha disminuido. Quizás la más afectada en el corto plazo es la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), la que se establece entre estados y a través de organizaciones internacionales intergubernamentales.

La CID que recibimos en los últimos años se ubica en un promedio de 300 millones de US$ anuales, lo que, en realidad, no es tremendamente significativo para la economía del Perú. Comparando este dato, únicamente con las remesas que envían nuestros connacionales que residen en el exterior, se estima que llegan al Perú unos 3,000 millones de USS anuales. Así, la importancia económica del segundo dato es claramente más relevante que la del primero. Sin embargo, la clave está en lo que se puede desarrollar con la CID recibida, garantizar calidad del gasto, desarrollar capacidades, formar cuadros, innovar en gestión y en tecnología, etc.

Prevención y atención de desastres, junto con apoyo de la CID, tienen puntos de encuentro. En primer lugar, toca precisar que una cosa es la CID, y otra, la Ayuda Humanitaria. Esta segunda se refiere a las donaciones en alimentos, medicinas, carpas, frazadas, etc. que países amigos envían tan pronto ocurre un desastre y queda un número significativo de personas desamparadas. Esta cooperación es buena, mejor poder contar con ella cuando se la necesita que no tenerla; sin embargo, a lo que se debería apuntar es a no tener que recurrir a ella, en términos que se tomaron las previsiones del caso y se evitó, en lo máximo posible, víctimas mortales y heridos, y, daño a bienes públicos y privados.

La cooperación del Imperio del Japón, a través de su agencia oficial JICA ha colaborado con el Perú en diversos aspectos; uno de los más relevantes es en la prevención de desastres. Contamos con un sistema de alerta temprana para tsunamis, fruto de la cooperación japonesa en trabajo conjunto con entidades públicas nacionales. Este sistema es de enorme ayuda para el país y, a la vez, un servicio a los países de la Cuenca del Pacífico, particularmente a los que, junto con nosotros, forman parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, en ambos lados de este Océano.

La República Popular China ha cooperado con el INDECI en la construcción del COEN (Comando de Operaciones de Emergencia Nacional). El INDECI ha tenido, desde hace algún tiempo, un COE; ahora contará con las condiciones físicas apropiadas para desempeñar sus tareas.

Así mismo, China cuenta con un sistema para la gestión de emergencias que emplea tecnología de punta. Ecuador ya cuenta con este sistema desde hace unos años. De hecho, el Presidente Humala, en el marco del Gabinete Binacional Perú – Ecuador– que se realizó en Cuenca en noviembre de 2012, visitó uno de los tres centros de comando del sistema ecuatoriano y mostró gran interés para que el Perú contara con un sistema similar.

Aparentemente, nuestros sistemas no han mejorado de gran amanera en los últimos años y estamos a puertas de una situación definitivamente peligrosa. El aparente fastidio del Gral. (r) Alfredo Murgueytio, Jefe del INDECI, en sus declaraciones a una radio nacional, con relación a la débil participación de la población en el simulacro nocturno del FEN en el norte del Perú, nos revela de las desconexiones existentes entre la población y las entidades de gobierno, y las entidades de gobierno entre ellas.

Toda colocación de recursos en prevención es una inversión; sin embargo, parece que ese no es el criterio con el que ha venido actuando el gobierno central. Si se espera la inminencia del fenómeno natural para soltar los recursos lo más probable es que, como sociedad, no lleguemos a tiempo. Tocará luego lamentar y seguramente habrá quien proponga estirar la mano a ver si con algo nos “colaboran”.

Es en situaciones como ésta en las que el país debe demostrar su capacidad para hacer evidente que está en condiciones de ingresar a la OCDE, que el éxito económico se ha traducido en un mejor país, que no somos los convidados de piedra de la Alianza del Pacífico y podemos manejar los fenómenos naturales como Chile y México.

El éxito del manejo de los fenómenos naturales está en la prevención y en la unidad de criterio y en la unidad de acción. Lamentablemente, en el Perú no se aprende de experiencias anteriores y en muchos centros urbanos hay viviendas ubicadas donde no deberían estar, colocándose ellos en peligro inminente y arriesgando a los que estando en lugares apropiados pueden ser víctimas de los efectos de la colisión del fenómeno natural con los informales / invasores, etc.

Un reto clave es caminar juntos, estado, en todos sus niveles, y sociedad, en toda su variedad de organizaciones. Parecería que la frase que suele repetir el, Presidente Humala en las cumbres y foros internacionales a los que asiste: “Solos podemos ir más rápido; pero juntos vamos mejor y más lejos”, no está siendo llevada a la práctica en esta situación, no hay un juntos.

*La Asociación Civil POLITAI agradece a Luis Olivera, Doctor en Ciencia Política y Gobierno por la Pontificia Universidad Católica del Perú, por publicar su comentario en este medio. La Asociación no comparte necesariamente las opiniones del autor.