Por Anggie Palomino*

En esta columna comentaré brevemente la experiencia de los niños, niñas y adolescentes (NNA) en el sostenimiento de una escuela de educación comunitaria en la olla común “El Perú Somos Todos” y como su respuesta organizada nos brindan ciertas lecciones que nos permiten comprender la manera en que la educación va mucho más allá de la escuela formal, que todos podemos ser sujetos activos de la educación y que en los mismos niños, niñas y adolescentes hay respuestas específicas, directas y adecuadas para defender su derecho frente a un evidente agotamiento del modelo educativo peruano.

En una situación donde el aislamiento social era una de las principales medidas para frenar el contagio del virus del Covid-19, el salto a la educación a distancia o en línea fue casi una obligación para no interrumpir el servicio educativo. Sin embargo, esta transición no fue para nada automática: la enorme brecha digital, la poca construcción del rol de los padres en el proceso de aprendizaje, la sobrecarga de funciones de los maestros y maestras, entre otros problemas que el sistema educativo peruano ya padecía décadas previas a la pandemia, se agudizaron y mostraron sus facetas más crudas en plena pandemia.

Para el caso de la educación pública brindada por el Estado, el Ministerio de Educación (Minedu) llevó adelante el programa de “Aprendo en Casa”, una respuesta rápida, valiente y cuyo ámbito de aplicación no tenía precedentes en el intento de llevar las clases y el currículo escolar a todos los hogares del país mediante el uso de internet, televisión e incluso radio. Lamentablemente, una respuesta de política pública tan repentina e importante no era capaz de cerrar las brechas causadas por años de abandono de política educativa respecto al acceso y la calidad de la misma. Un abandono que, como indica Mendoza (2021,) se expresaría en que cerca de la mitad la población peruana siente un agotamiento del sistema educativo para satisfacer las demandas y sin dar una respuesta efectiva a las particularidades de diversas localidades dentro del país.

Y cuando el Estado no es capaz de suplir estas demandas o dar soluciones factibles, se abre un espacio para la respuesta de la sociedad civil de manera autogestionada. A pesar de que la premisa de la cuarentena era aislarse de los demás, las respuestas de solidaridad en comunidad surgen con mayor fuerza. Tal caso fue el de olla común “El Perú Somos Todos” en la zona de Nueva Casuarina en el distrito de San Juan de Lurigancho, Lima.

Fuente: Sitio de Facebook de Pasos de Fe – Huellas que Guían tu Vida

Esta olla común, así como varias establecidas en la capital, , no solo sirvió como un espacio para asegurar la alimentación de manera colaborativa, sino también fue espacio de resistencia comunitaria. Dentro de las preocupaciones compartidas en tal espacio surgió el tema de que las madres y padres de familia no sabían cómo apoyar a sus hijos e hijas con el “Aprendo en Casa”, muchas de las familias que dependían de la olla no tenían los recursos tecnológicos suficientes para sintonizar el programa y se encontraban a la deriva.

Al converger todas estas preocupaciones surgió una experiencia de educación comunitaria utilizando el terreno vacío anexo a la olla común. Las vecinas lograron obtener una donación de un  televisor viejo que captaba señal y la dispusieron a los niños y niñas de las 30 familias que accedían a la olla. Gracias a esta donación, el problema del acceso estaba resuelto, pero aún quedaba otro, el cómo se iba a dictar las clases. Sorprendentemente quienes resolvieron este problema no fueron los adultos, sino los niños, niñas y adolescentes de la olla.

Los adolescentes de 4to, y 5to de secundaria tomaron las riendas del dictado de clase. Se encargaron de organizar la dinámica de la “escuelita” como todos llamaban; no solo eso, sino que tambien copiaban las clases y resaltaban cosas importantes para los menores a la vez que se apoyaban entre ellos para sus clases. Al conversar con estos escolares, me dieron a entender que ellos veían que ponerse a cargo era la “única opción” ya que sus padres no tenían el nivel académico para apoyarlos y sentían a su vez una especie de responsabilidad y afecto por todos sus vecinos pequeños. No fue fácil, pues pronto se dieron cuenta que una cosa era transmitir y repasar con los pequeños los temas del “Aprendo en Casa” y otra muy diferente era interactuar con los niños y niñas y su energía, incluyendo el grado inicial.

Con ayuda de todos lograron establecer una dinámica diaria en la escuela comunitaria, y se formó una especie de cadena de aprendizaje, los mayores interactuaban y apoyaban a los de 1ero, 2do y 3 año de secundaria y estos a su vez a grupos de primaria y de esa manera se llegaba a los grados inferiores. Dicho esto, se hacía énfasis no solo en la “materia formal” de aprendizaje sino se conversaba abiertamente sobre la pandemia y las medidas sanitarias. Al interactuar con los más pequeños quedaba claro que era conscientes sobre la situación y de su condición al estudiar en la intemperie, sin embargo, hacían todo lo posible para “no llevar el virus a casa”, manifestando que no querían preocupar a sus familias. Adicionalmente, y considerando la alegría típica de su edad, comentaron que se sentían más seguros y felices cuando veían a sus compañeros y compañeras asistir a la escuelita, así como al interactuar con los mayores.

La escuela comunitaria se mantuvo desde agosto hasta noviembre del año pasado, se tuvo que cancelar por precaución debido a que un niño se presentó mal de salud; sin embargo, podemos sacar varias conclusiones de esta experiencia.

La primera, es que los niños, niñas y adolescentes no son seres pasivos y únicamente reactivos a sus padres, sino que son seres con capacidad de autonomía, adaptabilidad y resiliencia desde muy temprana edad, llegando establecer redes de apoyo y comunicación siendo conscientes que tiene un papel en la resistencia comunitaria. Segundo, la escuela es mucho más que el currículo escolar, es un espacio de socialización y aprendizaje de saberes no formales; sobre todo para los niños y niñas que construyen su visión del mundo interactuando con otros. Tercero, la educación tiene que dejar de ser un conjunto de saberes y normas sociales rígidos, y más bien se tiene que prestar atención a la variedad de escenarios y realidades que existían, existen y existirán después de la pandemia.


Referencias bibliográficas

Mendoza Zapata, Rossana  (2021). Volver a la escuela. Diario El Comercio. Recuperado el 03 de abril del 2021. https://rpp.pe/columnistas/rossanamariamendozazapata/volver-a-la-escuela-noticia-1326927

Ministerio de Educación (2020) Resolución ministerial N°160-2020. “Disponen el inicio del año escolar a través de la implementación de la estrategia denominada “Aprendo en casa”, a partir del 6 de abril de 2020 y aprueban otras disposiciones”. Consulta: 6 de febrero del 2021. https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/574684/disponen-el-inicio-del-ano-escolar-a-traves-de-la-implementa-resolucion-ministerial-n-160-2020-minedu-1865282-1.pdf

Imagen de portada obtenida del sitio de Facebook de Volver


**Anggie Palomino, estudiante de Ciencia Política y Gobierno de la Pontificia Universidad Católica del Perú y Directora de la Comisión de Imagen Institucional de la Asociación Civil Politai.