Fracasos como cancha: políticos regionales en busca de la capital [1] 

Paulo Vilca  
24 de febrero  2016

En una reciente columna publicada en el diario El Comercio, José Carlos Requena llama la atención sobre la importancia del electorado a nivel regional, señalando que lo que ocurre fuera de Lima es clave ya que estamos hablando de dos tercios de los votantes del país. No le falta razón a Requena ya que, como lo recuerda en su artículo, el año 2006 Alan García pasó a la segunda vuelta gracias al apoyo obtenido en el otrora sólido norte – La Libertad, Lambayeque, Piura y Ancash –, el Callao e Ica [2] . Y algo similar ocurrió con Ollanta Humala quien logró pasar a la segunda vuelta en las últimas dos elecciones presidenciales con el voto mayoritario del sur y la zona andina del país.

No obstante, la historia de las últimas décadas también demuestra que la fuerza electoral del “Perú profundo” no se traduce en el surgimiento de políticos regionales con fortaleza suficiente para hacer frente a sus pares “limeños” en las arenas de la política nacional y menos cuando se trata de una elección presidencial.

La tendencia hasta el momento es monocorde: la presidencia de la República es un asunto exclusivo de políticos afincados en la capital como Fernando Belaúnde, Alan García, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y Ollanta Humala, quienes construyeron sus trayectorias políticas en Lima, por más que algunos reivindiquen actos políticos fundacionales en el interior del país [3] .

Esta situación se ratifica cuando vemos a los principales líderes y lideresas de las agrupaciones políticas nacionales durante la última década, independientemente de su ubicación ideológica: Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski, Lourdes Flores, Susana Villarán, Javier Diez Canseco, Luis Castañeda Lossio y por supuesto, el recién llegado Julio Guzmán, entre muchos otros, grafican que la ruta para obtener un liderazgo nacional visible pasa por hacer política en y desde la capital.

Los políticos que operan desde Lima no sólo tienen la ventaja de estar en el mayor distrito electoral del país. También les beneficia tener un mayor acceso a espacios de poder del gobierno central, gozan del prestigio que brindan los altos cargos estatales, cultivan relaciones de poder con actores políticos y económicos y pueden mostrarse cotidianamente en medios de comunicación de alcance nacional. Por otro lado, quienes están en las regiones no sólo carecen de las ventajas señaladas, sino que están obligados a remar cuesta arriba para labrarse un prestigio que supere las fronteras regionales y la desconfianza que viene aparejada con la fragmentación territorial y política del país.

Pese a las dificultades que conlleva hacer política nacional fuera de Lima, la historia nos dice que ciertos políticos regionales nadaron a contracorriente e intentaron labrarse un camino al poder nacional. Uno de los ejemplos más resaltantes de este tipo de políticos en el siglo XX fue el de los hermanos Cáceres Velásquez, conocidos como los Kennedy del Altiplano, quienes desde su bastión electoral en Juliaca pasaron a Arequipa y luego buscaron infructuosamente dar el salto a nivel nacional. Las postulaciones de Luis Cáceres – ex alcalde provincial de Juliaca y de Arequipa – a la municipalidad de Lima en 1992 y a la presidencia en 1995[4]  fueron el epílogo de los esfuerzos de este clan.

Durante la década de los años 90 del siglo pasado, otro grupo de políticos tentó la ruta a la capital partiendo desde el ámbito municipal – el único espacio de representación democrática tras la desactivación de los gobiernos regionales impuesta por el régimen fujimorista en 1992 – con resultados igual de esquivos.

Uno de ellos fue Daniel Estrada, alcalde provincial de Cusco electo por primera vez en 1983 y posteriormente en 1989 y 1993. Desde dicho cargo, el “Qosqoruna” Estrada, construyó un liderazgo basado en su defensa de la descentralización y su prestigio de modernizador de la capital incaica, y se convirtió en un referente de las fuerzas opositoras al régimen fujimorista. Fue uno de los fundadores del partido Unión por el Perú, agrupación por la que postuló a la vicepresidencia de la república acompañando a Javier Pérez de Cuéllar en 1995. A pesar de haber sido electo congresista y de seguir destacando como uno de los principales críticos del gobierno de Alberto Fujimori [5], el ex alcalde cusqueño no logró avanzar más allá de su rol parlamentario.

Federico Salas, fue otro político que intentó el camino a Lima desde el ámbito regional. Aunque nació en Lima, estuvo ligado a Huancavelica desde su infancia, siendo elegido alcalde de la capital departamental en 1995. Salas adquirió protagonismo político en 1997 cuando dirigió la Cabalgata de los Andes, una marcha de más de cien jinetes entre autoridades y pobladores huancavelicanos que viajaron durante varios días atravesando los Andes rumbo a Lima para entrevistarse con Alberto Fujimori. El entonces presidente optó por salir de la capital el día de la llegada de Salas, pero eso no impidió que el alcalde del departamento más pobre del Perú concitara la atención del país y obtuviera reconocimiento de los sectores opositores al fujimorismo. Para las elecciones del año 2000, Salas postuló a la presidencia pero no obtuvo mayor apoyo y por el contrario acabó en las filas del gobierno como Primer Ministro.

Además de Estrada y Salas, cabe mencionar a Luis Guerrero, electo alcalde de Cajamarca en 1993 y 1996, candidato a la vicepresidencia el año 2000 con el partido Somos Perú y congresista por el partido Perú Posible entre los años 2001 y 2006, acabó sus intentos de ser un líder nacional, luego de su anecdótica postulación a la presidencia el año 2006 por el partido Perú Ahora [6] .

Tras los fracasos de los alcaldes de las capitales departamentales durante el periodo de recentralización implementado por el fujimorismo, los presidentes regionales tomaron la posta en el camino a la capital, aprovechando el lanzamiento del proceso de descentralización que, en teoría, abría la oportunidad para el fortalecimiento de los actores político regionales al ampliar su base de representación de lo municipal a lo departamental y con posibilidades de una articulación macroregional.

Uno de los primeros en intentar el salto a lo nacional fue Yehude Simon, quien contaba con una experiencia previa como parlamentario y fue uno de los rostros visibles de la izquierda en los años 80. Simon fundó el Partido Humanista Peruano y resultó electo presidente regional de Lambayeque los años 2002 y 2006, cargo desde el cual logró protagonismo político y apoyó la postulación de Susana Villarán en las elecciones nacionales del año 2006. En octubre del 2008 fue nombrado Primer Ministro por Alan García, dejando el cargo tras la tragedia de Bagua. Su carrera política continuó tras ser electo congresista el 2011, pero ya había perdido el brillo que tuvo en algún momento de su gestión como presidente regional, aunque ello no le ha impedido postular a la presidencia en las elecciones de este año.

Similar a la ruta de Simon es la de César Villanueva, el ex presidente regional de San Martín – triunfador en las elecciones regionales de los años 2006 y 2010 –, quien tras conducir una gestión exitosa y adquirir cierta relevancia y reconocimiento más allá de su departamento, fue nombrado Primer Ministro por Ollanta Humala en octubre del 2013. Sin embargo, Villanueva se vio obligado a renunciar a los pocos meses en medio de un enfrentamiento con el Ministro de Economía y Finanzas y la Primera Dama. A diferencia de Simon, el ex presidente de la región San Martín conservó su prestigio político e intentó articular una alianza de movimientos regionales con miras a las elecciones presidenciales del 2016, pero su propuesta no logró el apoyo necesario, por lo que optó por aliarse con el líder de Alianza para el Progreso, César Acuña, postulando como cabeza de lista al Congreso de la República por su región.

Otro político regional que ha transitado la ruta electoral hacia Lima en lo que va de este siglo es Vladimiro Huaroc, el ex presidente regional de Junín en el periodo 2007-2010. Huaroc formó parte de la fugaz plancha presidencial que lideró Jorge Santistevan el 2001 y volvió a postular como vicepresidente el año 2011 por el Partido Descentralista Fuerza Social sin mayor suerte. A pesar de ello, conservó su perfil político al aceptar ser el responsable de la gestión de conflictos en el gobierno de Ollanta Humala, quien lo nombró como Alto Comisionado en el tema, y desde allí ha construido una imagen de seriedad y eficiencia. Como se sabe, actualmente es el candidato a la segunda vicepresidencia del Partido Fuerza Popular que encabeza Keiko Fujimori y candidato al Congreso por la región Junín.

Una trayectoria similar es la de Martín Vizcarra, el ex presidente regional de Moquegua, quien luego de haber postulado a dicho cargo el 2006 por el Partido Aprista formó un movimiento regional con el que alcanzó la victoria el 2010. Luego de una gestión calificada como exitosa y ser voceado en diferentes oportunidades para asumir un cargo en el gobierno nacional, recaló como candidato a la vicepresidencia con el Partido Peruanos por el Kambio. Junto a Vizcarra, también postula el ex presidente regional de Apurímac en el periodo 2007-2010, David Salazar, como candidato a la segunda vicepresidencia en la plancha de Alianza Popular, la agrupación conformada por el Partido Aprista y el Partido Popular Cristiano.

Desde el otro lado de los conflictos sociales, Gregorio Santos – el ex presidente regional de Cajamarca, electo por primera vez el 2010 y reelecto el 2014 pese a tener mandato de prisión preventiva – también intenta dar el salto hacia lo nacional postulando a la presidencia de la República por el Partido Democracia Directa, una de las agrupaciones que aglutina a un sector de la militancia de izquierda. Al igual que él, el político izquierdista Vladimir Cerrón, ex presidente regional de Junín en el periodo 2011-2014, candidatea a la presidencia del país por el Partido Perú Libertario.

Cerrando el batallón de políticos regionales se encuentra el chotano César Acuña, ex alcalde de Trujillo, ex presidente regional de La Libertad y sobre todo propietario del Consorcio de Universidades César Vallejo y del partido político Alianza para el Progreso. Acuña tuvo como uno de sus ejes iniciales de campaña evidenciar que se trataba de un político provinciano que busca conquistar la capital desde el interior del país, pero abandonó pronto esa estrategia, tal como lo demuestra el hecho de haber cambiado su domicilio al distrito de San Juan de Lurigancho en Lima. Asimismo, las recientes denuncias de plagio en su contra han socavado el apoyo que venía logrando y todo parece indicar que se sumará al grupo de políticos surgidos en el interior del país que vieron naufragar sus anhelos para llegar al poder una vez que se instalaron en tierras limeñas.

Como muestran los casos descritos, las condiciones del centralismo político son particularmente duras para los políticos regionales. La descentralización no ha tenido ningún efecto para el surgimiento de políticos presidenciables más allá de Lima y por el contrario, ha habido un cuestionamiento constante a los presidentes regionales (hoy gobernadores) por su supuesta incapacidad para gestionar las competencias que les fueron transferidas. Al mismo tiempo, no sólo se han abandonado los intentos para impulsar la integración regional de los departamentos, sino que se han profundizado controversias territoriales por la explotación de recursos naturales y los beneficios económicos que estos generan.

Estas condiciones complican las posibilidades de los políticos regionales para trascender las fronteras de sus departamentos, pero esto podría cambiar si alguno de los líderes o lideresas del norte, sur, centro u oriente logra construir una propuesta que responda a las expectativas de quienes son finalmente la mayoría y quiebra la desconfianza basada en el lugar de origen de tal o cual político. A ello se agrega la importancia de conseguir una exposición mediática desde Lima, sin que ello signifique abandonar la región (o regiones) como espacio de trabajo político permanente.

Hasta que no se logre esto, los Estrada, Simon, Villanueva o Huaroc sólo podrán sentarse en una curul del Congreso o fungir de acompañantes como candidatos a la vicepresidencia. Y, como sabemos, ambas opciones constituyen un camino seguro a la renuncia o a la irrelevancia política. Por más que se tenga plata como cancha.

*La Asociación Civil POLITAI agradece a Paulo Vilca, Pontificia Universidad Católica del Perú, por publicar su comentario en este medio. La Asociación no comparte necesariamente las opiniones del autor.

[1] Agradezco los comentarios de Mauricio Zavaleta y Paul Chata. La idea de este artículo surgió en medio de las tertulias que organizamos, junto a ellos y Aldo Santos, para charlar sobre la política en el país.
[2] Véase: http://elcomercio.pe/peru/pais/peso-dos-tercios-jose-carlos-requena-noticia-1878753
[3] Acción Popular, partido de Fernando Belaunde, fue fundado en base al Frente de Juventudes en Chincheros, Apurímac. Por su parte, el Partido Nacionalista Peruano, de Ollanta Humala, reivindica la denominada Gesta de Locumba, el levantamiento militar que encabezó el año 2000 en Moquegua, junto a su hermano Antauro Humala.
[4] Una reseña de la historia de los Cáceres Velásquez se puede encontrar en un artículo que publicamos con Mauricio Zavaleta en el blog Kankacho Político. https://kankachopolitico.lamula.pe/2016/01/21/los-acuna-y-los-caceres-velasquez-los-kennedy-del-norte-y-del-sur/kankacho/
[5] No está de más recordar que Estrada presidió la histórica sesión de la Comisión de Investigaciones del Congreso de la República, realizada en diciembre del 2001, que interrogó a Vladimiro Montesinos, en la que el ex asesor del Servicio Nacional de Inteligencia reveló el entramado de poder y corrupción del gobierno de Fujimori.
[6] Otro político que acabó abruptamente su carrera política fue el ex dirigente campesino y ex alcalde provincial de Puno, Gregorio Ticona, que apoyó a Javier Pérez de Cuéllar en 1995. Ticona, electo como congresista por el partido Somos Perú el año 2000, fue uno de los tránsfugas que pasaron de la oposición a las filas del fujimorismo.